En este modelo de intervención los profesionales asumen el rol de “colaboradores” para fortalecer la capacidad de la familia y reunir los recursos necesarios para que mejoren su funcionamiento. Se establece así una línea en las relaciones de la familia con el profesional y viceversa, por lo que se considera más un modelo de fortalecimiento y capacitación que de ayuda. Se trabaja en los entornos naturales del niño y se abandona el trabajo centrado en el niño por un trabajo de forma más globalizada centrado en sus entornos.
Dicho modelo de intervención tiene diversos puntos fuertes, en primer lugar, respeta ante todo la elección y las prioridades de la familia, fomentando que sea ésta la que demande sus necesidades. En segundo lugar, el modelo centrado en la familia deja atrás la tendencia a abordar las patologías dando paso a fomentar los puntos fuertes del niño. En tercer lugar, toda la familia es la unidad de apoyo, cada miembro del entorno del niño es un punto importante y fundamental en la intervención.